sábado, 5 de mayo de 2007

Jorge Lillo y su trabajo en el Teatro Universitario de Concepción (TUC)

Extractado del texto Historias del Teatro de la Universidad de Concepción http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0030021.pdf)

La formal constitución del Teatro Experimental de Concepción estuvo acompañada por las inmediatas gestiones para asegurar la concurrencia de un Director que asumiera en la práctica la marcha artística del conjunto. Entre los primeros candidatos para llevar a cabo dicha tarea figuraron Alberto Reyes, quien había participado en el montaje fundacional del Teatro de la Universidad de Concepción, La zapatera prodigiosa, y Jorge Lillo, Director capitalino perteneciente a las filas del TEUCH. Años más tarde, al trabajar finalmente como Director invitado con el Teatro Universitario penquista, Jorge Lillo recordaría:

“En 1949 con ocasión de una gira realizada por el Experimental de la Universidad de Chile acá a Concepción, el Doctor Hernán San Martín, Presidente de la Sociedad de Arte de Concepción, se puso en contacto con la directiva del Experimental solicitando la venida de un Director santiaguino para que se hiciera cargo en forma más o menos permanente del conjunto local. El Consejo Directivo de nuestro teatro acogió entusiastamente esta idea y designó a uno de sus Directores artísticos para cumplir esta misión. Para felicidad mía, yo fui el designado. Me entusiasmaba la idea de venir a ponerme al frente de este, aunque nuevo, interesante grupo de teatro (...) Desgraciadamente en esos años no se pudo llevar a efecto tan interesante proyecto, pues el grupo penquista, que aún no había sido acogido por la Universidad en aquel entonces, carecía de un presupuesto adecuado como para poder asegurar una renta a la persona que dirigiera, ya que ésta debería dedicarse por dos o tres años a organizar y a hacer marchar estas actividades, sin otra preocupación”.


Durante el segundo semestre de 1953, las gestiones realizadas por las autoridades universitarias dieron los resultados esperados. La idea era contar con Pedro de la Barra, pero en su lugar llegó a Concepción otro de los fundadores del Teatro Experimental de la Universidad de Chile, Jorge Lillo, quien dirigió con el TUC “Todos son mis hijos”.

Jorge Lillo, catalogado como una de las mejores figuras del arte escénico nacional, concedió una entrevista a La Patria, cinco días antes de iniciar las clases de actuación dirigidas a los miembros del Teatro Universitario y de comenzar los ensayos del montaje de la obra de Arthur Miller. Lillo afirmó que su presencia en Concepción tenía por objeto “colaborar con uno de los bastiones indiscutibles del arte escénico en nuestro país, que ha alcanzado una saludable y auspiciosa madurez y que, por eso mismo, debe constituirse a corto plazo, en el núcleo organizador y encausador de las inquietudes de la vasta zona sur del país”.

El montaje de Todos son mis hijos fue la segunda puesta en escena del TUC, después de “El capitán Carvallo”, que figuró en los medios de comunicación locales como un espectáculo factible de ser presentado en Santiago. Cuando esta posibilidad comenzó a concretarse, La Patria informó en primera plana, que el elenco universitario de Concepción, por intermedio de su Director Jorge Lillo, había recibido una carta de invitación de la Alcaldesa de Santiago, María Teresa del Canto, para que el TUC se presentara en el Teatro Municipal. Esto, sin embargo, no llegó a realizarse.

Jorge Lillo también se ocupó de abordar el problema de la conformación de un público de teatro universitario en Concepción, impulsando una activa campaña de promoción de la obra. Estas fueron sistemáticamente apoyadas por los discursos periodísticos de la época, que invitaron a la primera conferencia-espectáculo, dictada por Lillo, sobre el texto dramático; y que difundieron el debate sobre Todos son mis hijos que sería transmitido por Radio Simón Bolívar, en el que fueron anunciados: Galo Gómez, Presidente de la Federación de Estudiantes; Gonzalo Rojas; Alfredo Lefebvre; Jorge Lillo; Brisolia Herrera; Ricardo Pérez y Raúl Iturra.

Según Lefebvre, las iniciativas de difusión tuvieron éxito pues el día del estreno “el viejo Teatro Concepción tenía completas sus butacas, todas las entradas habían sido vendidas y los aplausos fueron más ardientes que en otras ocasiones”.

El trabajo desarrollado entre Jorge Lillo y el elenco del TUC, aparentemente tuvo un final exitoso, no sólo porque la puesta en escena de Todos son mis hijos fue celebrada por los tres medios de prensa de la época, sino porque las relaciones entre el Director y su elenco fueron óptimas (...) “Jorge Lillo fue un maestro experimentado y sereno en las horas de trabajo y un amigo cordial y simpático en los momentos de descanso”.

Después del estreno la prensa local se refirió a algunos aspectos de los siguientes lenguajes de la puesta en escena: dirección, actuación, escenografía e iluminación.

El trabajo de dirección fue evaluado según la consideración de tres criterios: calidad del montaje en relación al tiempo del que había dispuesto Jorge Lillo para prepararlo, “con escasos dos meses de trabajo intensivo ha presentado una de las obras difíciles de la dramaturgia contemporánea”; rigurosidad del Director para interpretar exactamente el texto dramático, “subordinó las múltiples fases auditivas y visuales, el ritmo, movimiento y pausas, al sentido de la obra, y lo más interesante, desglosó ordenadamente los diversos valores de la pieza, sin desequilibrar el conjunto en preferencias por alguna idea, matiz, situación o personaje”, y habilidad de Lillo para organizar “armónicamente los desplazamientos y colocaciones de los actores en el tablado, los gestos y actitudes que mostraban su percepción de la armonía controlada por una gran sobriedad”.

La Patria tituló varias crónicas sobre el montaje de Todos son mis hijos: “El teatro Universitario de Concepción es una valiosa realidad, asegura el señor Jorge Lillo”. En este caso el periodista optó por realzar la importancia de apoyar y valorar a este elenco local considerado “valioso” por una de las voces teatrales autorizadas a nivel nacional, como era Jorge Lillo, uno de los fundadores del Teatro Experimental de la Universidad de Chile.
El Teatro Universitario de Concepción amplió el año 1953 su quehacer artístico hacia la función docente. En abril inició sus actividades la ansiada Escuela de Arte Dramático, dirigida por Brisolia Herrera, iniciativa dependiente del Teatro Universitario de Concepción.

La escuela de teatro tenía como principal objetivo la preparación de los futuros actores y actrices del Teatro de la Universidad de Concepción. Para ello, en su primer año de existencia contempló el ofrecimiento de tres asignaturas: Actuación, a cargo de Gastón Von Dem Bussche; Dicción e impostación de la voz, dictada por María Teresa Montenegro; e Historia del Teatro, ofrecida por Brisolia Herrera, sumándose durante el segundo semestre las clases de Actuación impartidas por Jorge Lillo, Director visitante.

A mediados de abril de 1955, todo indicaba que Jorge Lillo tomaría las riendas del teatro universitario. El candidato a Director se encontraba en Concepción y anunciaba que la primera de tres obras que pondría en escena con el TUC sería El sombrero de paja de Italia de E. Saliche y Mac Michel. Pese a estos anuncios, Lillo no llegó a dirigir el elenco y los medios no volvieron a referirse al asunto, hasta mediados de 1955, en que fue publicada una declaración de Humberto Duvauchelle: “ninguno de los Directores del Teatro Experimental vendrá a Concepción, por lo menos en un tiempo cercano. Y ello se debe principalmente a dos factores: primero porque a Jorge Lillo, quien iba a ser contratado por el TUC, se le tramitó cuando estuvo en nuestra ciudad para firmar su contrato, notándose un manifiesto desinterés de las autoridades universitarias; y segundo, porque la mantención regular en la cartelera de Teatro Antonio Varas significa ingentes esfuerzos de actores y Directores del Teatro Experimental”.

La gradual, pero definitiva transición desde el primer actor hacia el Director como figura central en casi la totalidad del quehacer escénico chileno, de todos modos mantuvo el posicionamiento prácticamente exclusivo de artistas masculinos en el lugar de privilegio de la actividad teatral, sobresaliendo, especialmente durante las primeras décadas del movimiento universitario, la impresionante labor de maestros como Pedro de la Barra, Agustín Siré, Pedro Orthus, Jorge Lillo, Pedro Mortheiru y Eugenio Dittborn, entre otros.


La consagración del TUC: “Premio de teatro 1959” y “Laurel de Oro”

En noviembre de 1959, el TUC presentó Población esperanza en el Teatro Camilo Henríquez de Santiago. Para los medios de comunicación esto significó la culminación de la etapa más importante en el desarrollo teatral del elenco universitario, principalmente porque esta presentación fue la que lo hizo visible ante la opinión de ciertas personalidades del mundo de la crítica y del teatro radicadas en la capital del país. Estas personalidades para la prensa local eran Lucho Córdoba, Olvido Leguía, Américo Vargas, Pury Durante, Héctor y Humberto Duvauchelle. Agustín Siré, Orietta Escames, Raquel Parot, Isidora Aguirre, Manuel Rojas, Shenda Román, Kerry Keller, Meche Calvo, Ana González, Jorge Lillo, Eduardo Naveda y entre otros, Pepe Rojas.

(Los destacados en negrillas son nuestros)

En trabajo de mesa de "Todos son mis hijos": Gastón Von Dem Bussche, Fernando Pinto, Sonia Seminario, Andrés Rojas Murphy, Roberto Navarrete, Aída Garcés, Jorge Lillo (al centro, de bufanda), Brisolia Herrera y Elvira Santana.

Todas las fotos (excepto las dos primeras)pertenecen a Historias del Teatro de la Universidad de Concepción http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0030021.pdf